Una vez conoces tu pasado,
es tu decisión si lo utilizas como trampolín o como bastón...
Decides si tus pérdidas te hacen víctima o te han hecho vencedora.
Decides si te hacen diferente y te excluyen o te hacen un ser único e irrepetible.
Decides si lo que no te dan te hace carente o independiente.
Decides si tu historia es una novela trágica o la historia de quien puede superar retos y salir adelante.
Decides si lo que Dios te da es por suerte y lo que te falta o pierdes es culpa de con quien lo vives.
Cuando lo que decidas sea ver a Dios en control, que nada es en tu contra y sí a tu favor, que lo que vives te pertenece y tu escoges cómo lo vives, cómo lo superas, qué aprendes y cómo lo traes a tu presente; reconocerás que eres más fuerte de lo que crees, que te admiran más de lo que te quieres, que todo lo que vives a otros de ejemplo le sirve aunque no te valides y que la vida es una experiencia exquisita de vivencias de diferentes sabores y colores que nos regala la variedad para disfrutarla aunque duela y nos haga diferentes.
Úsala como trampolín para alcanzar estrellas en vez de bastón para que inspires pena.
¡Dios y tú son mayoría!
Te invito a que hagas la diferencia...
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